PAULA SUBERCASEAUX
Por el Camino de Adentro
Conocía la obra de Paula Subercaseaux (Madrid, 1970), pero no fue hasta que comencé a conversar con ella para publicar este artículo, cuando inmediatamente me encapriché en desmenuzar el origen en el que radica su búsqueda. Tuve la posibilidad de ver sus pequeñas y preciosas piscinas de greda en el Centro Cultural Matta en Buenos Aires, y unas acuarelas gigantes y gestuales en tonos índigos, rápidamente me cautivaron cuando la investigue en internet. ¿Pero, en qué punto conectaban aquellos mini bloques dispuestos de manera arqueológica, con las ligeras, amplias y sensuales pinceladas, provechosas de las bondades del material?
Hay ciertos momentos específicos que, entiendo, fueron necesarios en la construcción de su relato (de su obra), por más que éste se aparque en un costado más intuitivo y sensorial: su infancia en el campo, la temprana pérdida de su madre, descubrir la acuarela como medio, sus viajes y su retorno, su maternidad. Estos aspectos aparecen una y otra vez a través de la selección de materiales, de las formas, de los temas, de las metáforas. Sin embargo, es la misma posibilidad de lo matérico, los caminos a los que conduce cada elemento con el que trabaja, donde PS encuentra una razón para dejarse llevar y adentrarse en la experiencia pictórica casi a manera de éxtasis.
Las obras de Paula surgen de la atención a la Naturaleza, sus fenómenos y comportamientos, y de cómo ciertos patrones encuentran su paralelo en el ser humano. Por ejemplo respecto al agua, hay un particular interés en el poder modelador que ésta tiene: cómo erosiona las piedras, las formas que toman los surcos de los ríos. Pienso que a su vez el tiempo, así como el agua, modela y transforma nuestros recuerdos de acuerdo a nuestras emociones, que actúan como aceleradores o des-aceleradores. ¿Acaso las huellas que dejan los ríos podrían entenderse como aquellas de nuestra memoria?
La serie de cerámicas “Brisas en la laguna” presenta la forma que toma el agua cuando ésta está contenida en un pozo de tierra. Así como su título lo indica, las vetas en su superficie simulan las olas que se generan con el viento. Casi como en un jardín zen, cada surco y cada línea nos revelan una actitud contemplativa, me atrevo a decir que se percibe un aire de meditación durante el proceso de trabajo.
Al revés que en las lagunas, que sugieren el espacio positivo del agua, las piscinas presentan aquello que la contiene, desde un gesto casi maternal. De hecho, esta colección (que ya lleva formadas setenta y dos piezas), partió con una serie de ocho, cada una simbolizando a ella y a sus siete hermanos. No es de extrañarnos que Paula sea la hermana mayor, que a falta de madre, las haya planteado como formas contenedoras, cada una con una particularidad diferente, una personalidad diferente. Bien podrían tratarse de elementos arqueológicos por el modo en que las dispone, su tamaño y el color terracota propio de la arcilla. Tampoco estaría mal entender estas piezas por lo que no presentan, estàn vacìas de contenido, como camas, como casas, como tumbas deshabitadas.
Un aspecto que destaca en la obra de PS es la austeridad de recursos. Sus pinturas son monocromas, sus cerámicas son sencillas, sus tejidos con crines son livianos y rústicos. No encuentro pretensiones extraordinarias más que una sincera intención de manifestarse desde lo más simple. Sus materiales provienen de la Naturaleza: la arcilla, la cera de abejas, las crines del caballo, las cenizas del volcàn. Emparentada inintencionalmente en una estética povera, al involucrarse con lo más primario, intuyo cierto interés en develar las posibilidades transformacionales de los elementos. Es decir, reformulando en nuevos cuerpos aquello que proviene de la Tierra.
Dispuestas sobre una mesa blanca en la galería XS en Santiago, un conjunto de capullos traslucidos reposan inertes, livianos y vulnerables. Se encuentran vacíos, despojados, olvidados. La exposición se llamó “Leve”, y las piezas “Mudar la piel”. Estas formas huecas tejidas en crin de caballo nos indican la revalorización del trabajo artesanal y folklórico de América Latina, del trabajo asociado al espacio de lo femenino. Una vez más, la analogía con los procesos naturales: la piel que deja la oruga, el vientre vacío que forma la vida.
Mudar la piel, tejido en crin, dimensiones variables, 2015
Interesada en los arquetipos de Jung, la geografía, la antroposofía, Paula Subercaseaux transita la cuarentena investigando los materiales, organizando sus trabajos, desarrollando nuevos proyectos. Las posibilidades son múltiples, tiene a su alcance una fuente de inspiración inagotable, y un abanico de herramientas internas que provienen de su espíritu altruista y deliberado. Paula, las formas acaracoladas en tus gestuales acuarelas índigo (a la manera de escritura automática) me indican ese “dejarse llevar” en el proceso de tu obra, sin dudas ahí radica tu aura, en tu mantra. Afortunadamente para nosotros, el resto deviene como una bella consecuencia.