MERCEDES PÉREZ SAN MARTÍN

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herman de vries

Ojos abiertos

El artista elegido para el dia de hoy, tiene 89 años y vive en medio de la Selva Negra en Alemania. Cada día, herman de vries (escribe adrede su nombre con letras minúsculas para liberarse de todo tipo de jerarquías) recorre el bosque que rodea su casa para sumergirse en sus sonidos, olores y colores. A veces lo hace desnudo, acompañado simplemente por su larga barba y su afilado sentido de la percepción. El bosque es su taller, sus obras son piezas de aquel y otros bosques, traídos al espacio expositivo.

Detalle de diario de viaje, 2013

Como buen científico, las capacidades de observación, recolección y clasificación son sus herramientas, y en el proceso mismo se encuentra la obra. Es que de vries trabaja en torno a la relación entre Hombre y Naturaleza. 

Nacido en Alkmaar en 1931 (norte de Holanda), su conexión con el entorno fue estrecha desde un comienzo. El propio artista describe su infancia en las playas, y el estado de trance que le producían el sonido de las olas y gaviotas, o el olor del mar.

Formado en horticultura, de vries trabajó 16 años como biólogo en el Instituto de Investigaciones biológicas Aplicadas a la Naturaleza en Arnhem. En sus obras tempranas, allá por los años ´50, el artista realizó una serie de trabajos pintados puramente en blanco. Vinculado a ZERO, movimiento minimal fundado en Dusseldorf que establecía la necesidad de encontrar zonas de silencio y de vacío en las obras y en la vida (en contraposición al movimiento expresionista abstracto), encontró lo que sería la base de su búsqueda posterior. Luego vendrían nuevas influencias también vinculadas a ideas similares: aquellas recolectadas en sus largos viajes por el lejano oriente como el budismo Mahayana, el taoísmo (cuyo concepto de wu-wei habla de la no-acción) y el zen (mushin o no-pensamiento). 

Random objetivation, técnica mixta, 1967

En síntesis, aquella búsqueda en sus tempranos cuadros blancos minimalistas seguiría su camino del lado de de vries, ligada a la idea ecológica de una mínima intervención del Hombre en el planeta y en el arte. Su función como artista es ser un agente  concientizador: la obra funciona así como un recordatorio sobre quienes somos y dónde estamos, ya que en la vida moderna el Hombre y la Naturaleza se han disociado y es fundamental cerrar dicha brecha.

Chance and change, León, 2015

Vista de instalación de sus Trabajos de tierra, tierra frotada sobre papel

Una de sus obras más destacadas son sus trabajos de tierra. Estos trabajos se presentan al espectador como una grilla de papeles pintados en distintos colores tierras, naranjas, rojos y grises. Pero aquel gran políptico no es simplemente un conjunto cromático, es el resultado de un proceso científico de origen geológico. En cada viaje y en cada paseo, de vries se dedica a recolectar tierra, que luego lleva al Museo de Tierras, hoy día llamado Museo Gassendi en Digne-les-Bains. Allí ésta es clasificada, limpiada y catalogada. Existen más de 7000 muestras, cada una embolsada y fechada. Un grupo de asistentes ayudan al artista a frotar la tierra sobre papel, dando lugar a estos planos coloridos. 

Este muestrario, exhibe de la manera más objetiva posible los colores de las tierras visitadas por el artista en sus varios recorridos por los bosques y terrenos del mundo. Para de vries la tierra es nuestra base, es en donde la vida se desarrolla, es donde nos afirmamos y donde caminamos. Respecto a la obra, es el espectador quien deberá completarla, asociándose con los colores que le son propios. El artista tiene entonces, la función moral de vincular al espectador con la Naturaleza y persuadirlo a conectarlo con sus propios orígenes. Chance and change es el concepto de de vries asociado a ésto. 

“Tenemos a nuestro alrededor mil posibilidades, o campos de oportunidad, simplemente tenemos que observar. La casualidad produce cambios y el cambio produce casualidades. Cada momento y cada lugar son un campo de causalidad y oportunidad”.

Así como con la tierra, hay otros trabajos a la manera de gabinetes de exhibición biológica: muestrarios de plantas medicinales y herbáceas (que resaltan la importancia de las propiedades de cada una y cómo el hombre alienado no valora su propio entorno), piedras, hojas, cañas de bambú. Cada pieza es única y no hay una igual, según el artista debemos tener nuestros sentidos abiertos al mundo para apreciar su belleza y su diversidad.

Piedras, 2015

From our garden, 1988

From the forest floor, 1998

To be always to be, Bienal de Venecia, 2015

En primer plano, Rosa Damascena, instalación con pétalos de rosa sobre el suelo.

Encuentro que la obra de de vries, no puede ser más armónica y bella. Quizás la encuentre un tanto demasiado armónica y bella porque así es la Naturaleza, y de vries es muy efectivo al lograr la objetividad que tanto busca. Las formas de cada hoja, cada tronco y cada piedra; los colores sepias y verdes; imagino incluso el olor de las rosas en su pieza Rosa Damascena (instalación de docenas de rosas que fue exhibiendo desde 1984 en varias ocasiones): son tan puros y únicos que casi parecen sacados de un poster. Me cuesta encontrar la picardía que busco siempre en una obra de arte, porque en la obra de de vries no hay ambigüedad, ni arbitrariedades. Las imperfecciones son aquellas propias de cada elemento de la Naturaleza, que en realidad es único, no imperfecto.  Aquel chiste, o lo que yo llamo pequeña buena maldad, y que puede ser tan sutil pero provocativo como un trazo de color disidente, no existe en la obra de de vries, y eso indica el éxito del artista en su afán de traer el bosque al espacio expositivo, al espectador, de la manera más objetiva y menos intervenida posible. De todos modos después me sucede que luego de observar al artista tan tierno en su bosque, caminando con su larga barba, lo imagino en pelotas juntando tierra y en trance con el sonido de los pájaros, y comprendo que en esa excentricidad radica su picardía.

Finalmente no puedo dejar de reflexionar acerca del Hombre y su intervención en la Naturaleza. Sin dudas en los últimos meses, a raíz del aislamiento social, hemos observado cómo bajaron los niveles de polución, los animales salvajes han recobrado espacios, y han habido muchas migraciones de personas a zonas rurales. Personalmente me han movilizado más que nunca los tenues rayos del sol invernal y mis niños han trepado un cerro, han descubierto nuevos pájaros. Ojalá todo lo que está sucediendo en el mundo hoy nos sirva para aproximarnos un poco más a nuestros orígenes. Ojalá ya no sean tan necesarios los mensajes concientizadores como los de herman de vries.