AMALIA VALDÉS

Un Orden Extra-terrenal y Alucinante

retrato.jpg

Cinco décadas atrás, la fabulosa artista textil Anni Albers sostenía que para lograr formas significativas en el arte, es fundamental comprender a fondo la naturaleza misma de los materiales y sus propiedades. Amalia Valdés (Santiago, 1981) trabaja con formas altamente significativas/simbólicas, que son aquellas arquetípicas y ancestrales como la cruz andina, el triángulo, la estrella islámica. A su vez, el dominio impoluto de cada técnica que emprende nos habla de un oficio, de una especial preocupación por el saber hacer, que corre en paralelo a su saber decir. Aunque me pregunto si estos dos saberes podrán diferenciarse.

Variación color II, papel brillante y lápiz sobre papel metalizado, 23 x 32 cm, 2014,

Variación color II, papel brillante y lápiz sobre papel metalizado, 23 x 32 cm, 2014,

Trans I, papel y pintura sobre tela, 60 x 60 cm, 2014

Trans I, papel y pintura sobre tela, 60 x 60 cm, 2014

Podemos deducir de su producción un importante componente de orden y claridad. Ese mismo orden lógico y controlado presente en la Naturaleza y en los sistemas de saber arcanos a los que la artista se remite, son propios de su propia manufactura, su procedimiento y su organización mental, y consecuentemente de sus obras.

Ventana a la noche, acero inoxidable y pintura, 124 x 124 x 6 cm, 2019

Ventana a la noche, acero inoxidable y pintura, 124 x 124 x 6 cm, 2019

La búsqueda de AV radica en indagar acerca de las leyes universales que gobiernan nuestro entorno, revalorizar la cultura precolombina, reivindicar el trabajo artesanal de la alfarería y el arte textil, re-visitar el pensamiento moderno de corrientes como De Stijl, el arte minimal, el op art, la Bauhaus, y no dejar de lado la capacidad ornamental/decorativa de la obra de arte. Su camino siempre circula por las vías de la sistematización, la repetición y la serie. Podemos entender su proceso como gesto auto superador, pero además como medio para organizar sus propios pensamientos.

Arriba es abajo como el Sol es a la Luna, acero, 340 x 340 x 10 cm, Exposición Dobles de proximidad, Mac Quinta Normal, Santiago, 2018

Arriba es abajo como el Sol es a la Luna, acero, 340 x 340 x 10 cm, Exposición Dobles de proximidad, Mac Parque Forestal, Santiago, 2018

Ventana amazónica, acero inoxidable y pintura, 124 x 124 x 6 cm, 2019

Ventana amazónica, acero inoxidable y pintura, 124 x 124 x 6 cm, 2019

Por ejemplo, el uso recurrente de la Chakana, o Cruz Andina, símbolo milenario de las culturas de los Andes centrales, que actúa como llave para vincular al Hombre con el cosmos. Amalia se apropia de este elemento y lo reutiliza casi obsesivamente. En sus trabajos metálicos, la cruz emerge de las incisiones sobre el acero. Los ángulos levemente presionados generan relieves y la cruz se forma tanto en el espacio negativo como en el positivo, que no puede distinguirse realmente. El trabajo es asombrosamente prolijo y preciso, y si bien el material es frío y punzante, cuando combinado con capas de color resulta de un ritmo armonioso y delicado. El juego de luces y reflejos que activan al espectador, dialogan con la planimetría y opacidad de la pintura.

Métrica, 2112 palmetas cerámicas sobre el muro, medidas variables, 2016

La instalación mural en su exposición Métrica, en la tradicional Sala Gasco en Santiago, se compone de 2112 pequeños triángulos cerámicos blancos. El relieve de cada pieza completa y juega a modo de rompecabezas la forma de la Chakana, en una armónica composición que en realidad podría tener mil posibilidades. Sin embargo, la perfecta grilla en la cual está diseñada la instalación, nos revela un plan de fondo, que es suelto y de formas abiertas pero nada azaroso. Una vez más, la precisión no le quita poética y ritmo a la obra.

Andino,  pintura acrílica, acuarela y micropigmento sobre lámina de corcho, 100 x 140 cm, 2019

Andino, pintura acrílica, acuarela y micropigmento sobre lámina de corcho, 100 x 140 cm, 2019

En sus pinturas sobre corcho a modo de cuadrícula textil, la Cruz Andina se combina con elementos geométricos que podrían ser propios de culturas precolombinas, pero que también podríamos encontrar, por ejemplo, en el arte islámico. Otras veces, sus pinturas sobre corcho presentan patrones y juegos geométricos que parten de la forma del triángulo y nos remiten a las pinturas y los estudios de color de la escuela de Joseph Albers. El uso del corcho como soporte activa nuevos significados en torno al uso de un material vegetal y de apariencia terrosa que se contrapone a la presencia de la geometría.

Moro, acrílico, acuarela y micropigmento sobre lámina de corcho, 100 x 140 cm, 2019

Moro, acrílico, acuarela y micropigmento sobre lámina de corcho, 100 x 140 cm, 2019

Geoglifo primero, pintura acrílica, acuarela y micropigmento sobre lámina de corcho, 140 x 200 cm, 2020

Geoglifo primero, pintura acrílica, acuarela y micropigmento sobre lámina de corcho, 140 x 200 cm, 2020

Columna, 24 piezas torneadas con arcillas de Chile central, 25 x 450 cm, 2016

Una de mis piezas favoritas de AV también fue expuesta en “Métrica”. En medio de la gran sala, una columna compuesta por unidades de piezas cerámicas perfectamente torneadas hacía las veces de tótem. En colores terrosos y formas circulares, este conector entre piso y techo / cielo y tierra no deja dudas sobre la aproximación de la artista hacia el terreno de lo trascendente (sus módulos incluso, podrían ser pequeñas cajas mortuorias). Análogamente, su obra “Reacción / Interacción” no deja lugar a dudas sobre su interés por el universal (que es siempre un universal geométrico), donde ésta vez se presenta a través de la luz divina, y de su reflejo fragmentado y distorsionado a través de las cuñas triangulares recortadas en la plancha de acero. 

Reacción / Interacción, instalación en Opendark, medidas variables, Santiago, 2016

Reacción / Interacción, instalación en Opendark, medidas variables, Santiago, 2016

Su reciente maternidad le ha dado un vuelco a su vida, donde lejos de alejarla o distraerla de sus asuntos artísticos, ha potenciado su creatividad y permitido otros cuerpos de trabajo como, por ejemplo, su serie de dibujos de tótems sobre papel milimetrado. Estas pequeñas bellezas son de un gran colorido, y dejan entrever el trazo manual a pesar de la cuadrícula. Sus patrones me recuerdan a los textiles Cherokee, y se encuentran encajados unos a otros de manera lúdica y entretenida, formando pequeños personajes y escenarios mitológicos multiculturales. 

Totems de la cuarentena, lápices de colores sobre papel, 44 x 30 cm, 2020

Debo decir que las siete horas de diferencia horaria entre Santiago y Berlín (donde vive hace cuatro años) no han imposibilitado nuestra comunicación. Con los tiernos ruidos de la Pequeña Nina de fondo, me asombro de la calma y placidez con la que Amalia aborda el arduo momento de una mamá primeriza. Sus proyectos siguen ordenados, su trabajo se prolifera cada vez más, así como los patrones y las formas que encontramos en su producción. Creo que, sin dudas, en el hacer de Amalia radica su decir. Su rigurosidad, orden y armonía se revelan tanto en su vida, como en su manufactura y su discurso, en las materias que la ocupan como en las que la preocupan. El mensaje está intrínseco en cada corte de papel, en cada perfecto plano de color, en cada punta filosa de acero. ¿Acaso como la maternidad, la geometría no lleva implícita algo sagrado, un orden extra-terrenal y alucinante?

Amalia, qué bueno ponernos al día, esperamos pacientemente los santiaguinos/as regocijarnos frente a tus obras en un mediano y, por qué no, corto plazo.

Retorno (detalle),  pintura anticorrosiva y pintura acrílica sobre acero inoxidable, serie 1/3, 90 x 90 x 9 cm, 2014

Retorno (detalle), pintura anticorrosiva y pintura acrílica sobre acero inoxidable, serie 1/3, 90 x 90 x 9 cm, 2014

Anterior
Anterior

SANDRA CINTO

Siguiente
Siguiente

CHIACHIO & GIANNONE