ERIKA VERZUTTI
Con las Yemas de sus Dedos
¿Por qué son tan geniales? Me pregunto parafraseando la famosa expresión del argentino Edgardo Giménez. ¿Por qué los artistas brasileros me resultan particularmente tan espectaculares, tan geniales? Existe en ellos una llamativa capacidad de representar y reconstruir la propia identidad brasilera articulando un lenguaje que, por otro lado, se circunscribe perfectamente en el ámbito de lo contemporáneo. Son siempre bienvenidos y celebrados en los espacios centrales del arte a nivel internacional, lo que enriquece y permite que se sigan desarrollando y manifestando con total libertad y confianza en su brasileridad.
Sin embargo, ¿qué es lo que hoy, en un mundo tan globalizado, hace que un artista sea local, propio de una cultura particular? ¿Está mal segregar la identidad de un grupo de artistas a un determinado estereotipo? Por suerte el auge de la periferia (lo marginado) en las últimas décadas, ha permitido que artistas de distintas nacionalidades corrieran, por primera vez, con cierta ventaja, la ventaja de lo foráneo, de lo nuevo, o de lo extravagante.
Erika Verzutti (San Pablo, 1971) es una escultora/pintora, cuya obra se caracteriza, entre otras cosas, por los acabados en bruto de sus esculturas, de apariencia primitivismo, sus formas orgánicas y sugerentes, el rastro de la mano, el humor y la multiplicidad de lecturas de sus obras. Las frutas dialogan y conviven apaciblemente con alusiones a la historia del arte y demás representaciones de objetos de la vida diaria. De una manera nata, EV transmite lo brasilero a través del rastro del proceso y de su propio repertorio de imágenes.
Las esculturas y relieves pintados de EV son en su mayoría realizados en bronce, un material que por su historia, contradice de algún modo la manera en que la artista lo aborda y lo trabaja. Siendo un elemento tradicional, utilizado por escultores desde la antigüedad, el bronce se ha caracterizado siempre por facilitar formas perfectas, clásicamente bellas y muchas veces bien pulidas. Desafiantes e insolentes, las obras de Verzutti manifiestan todo lo contrario, remiten a lo no acabado, a lo rudimentario, y delatan la mano pesada de la artista.
En este dejo gestual, se vislumbra un cometido que se retroalimenta con la variedad de sentidos de lo representado: ninguna historia se cierra, ninguna obra está terminada. En el repertorio de apropiaciones, me alegra encontrar las esculturas de Jasper Johns, mi adorado Mark Rothko, o la icónica Maria Martins, abordadas libre y livianamente desde su propio universo plástico. La artista no vacila, se desprende del peso de lo ilustre y lo emparenta con su iconografía tropicalista, su motricidad tosca y gruesa, la banalidad de lo cotidiano, y un colorido festivo y primario. La alusión a los grandes maestros tiene el mismo peso en su obra, que la representación de una caja de maquillajes, una granadilla, o simplemente un huevo.
Las frutas simbolizan para EV el object trouvé brasilero. No tanto como una intención de representar algo intrínsecamente nacional, sino por ser aquello de lo que se rodea, lo comúnmente encontrado en las calles y en los mercados, además del potencial de sus formas y colores.
Lo sexual no puede dejar de estar presente, dadas semejantes referencias y puntos de partida. No creo necesario mencionar que una banana o una papaya poseen formas más que sensuales. Sin embargo, es en la combinación de los elementos y en la manera que estos están tratados, dónde encuentro una coquetería y una simbología erótica mucho más interesante. En sus obras, las texturas están dadas con las yemas de sus dedos. El tiempo dedicado para modelar las obras, es un tiempo de tacto, de manoseo, de caricia. Ese tiempo prevalece en sus trabajos, sus más recientes relieves son simplemente el rastro de sus trazos. Puedo imaginar la velocidad con la que mueve sus manos, la presión exacta que ejerce sobre la materia, la temperatura del cuerpo trasladada a la arcilla.
Por otro lado, sus relieves casi siempre presentan la fórmula vaciado/llenado, forma/hueco. Hay algo sexual en esto, pero también hay algo contenedor y amoroso en aquellos huevos abrazados por el soporte de bronce. Es admirable su capacidad de transmitir tanta belleza desde una estética que, entiendo, pueda resultar para otros un tanto perturbadora. Sus contornos son simples y barbáricos y sin embargo son mis piezas preferidas. Sus coloridos y dorados manchones aplicados cual maquillaje sobre la superficie acentúan lo inacabado, el humor, lo libidinoso y audaz en el carácter de la artista.
Así como las formas de sus volúmenes, los trazos geométricos y los dibujos que realiza con sus dedos, parecerían esconder un sistema de códigos internos, simbologías espirituales y ceremoniales que nos remontan a lo primitivo y primario en el arte, como ser sus tótems, el panteón egipcio, las líneas de Nazca, las Venus de Willendorf, sus Geodos (=lápidas=menhires), sus Cementerios, etc. Hay una cuota de modernidad Brancusiana o Picassesca en aquello, pero de alguna manera Verzutti logra con éxito apropiarse de todos estos significados para poder transmutar hacia el propio lenguaje. Sin dudas la artista tiene la habilidad de hablar de todo y de nada al mismo tiempo: exponer sus caprichos y sus dudas, y dejar en suspenso las certezas.
Resulta curioso cómo a veces reflexionar sobre la propia identidad no sucede hasta que salimos de nuestros espacios y nos enfrentamos con lo otro. Al menos es lo que a mi me pasa al haber vivido muchos años fuera de mi país. Lo que conocemos hoy acerca de la producción de EV no comenzó sino hasta luego de haber realizado su posgrado en artes en la prestigiosa Goldsmiths College en Londres en sus veinti-largos años. Su experiencia en Inglaterra le ayudó a comprender lo que antes sus maestros brasileros (Leda Catunda, Carlito Carvalhosa, Sergio Romagnolo) habían intentado transmitirle: poner la atención en el trabajo con el material y las sensaciones y dejar de lado la carga narrativa y lo literal en sus trabajos. Podemos decir que sus obras son efectivamente pura sensación, pura relación con la pasta.
Verzutti. Experiencia, sensación y materia. También libertad y juego desprejuiciado que resulta en objetos ambiguos, inacabados e insolentes. Voto por su obra, especialmente aquella que es más tosca y sencilla.
De todos modos, en un trabajo introspectivo, trato de comprender por qué me afecta tanto, cuáles son esas fuerzas que actúan directamente sobre mis sentidos. Les confieso que hace rato estoy intentando concluir este texto y no puedo. Creo que así como su obra, éste deberá quedar con un final abierto.